Cuatro enfoques sobre las adicciones

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Asistimos la semana pasada en Madrid a unas apasionantes jornadas técnicas sobre adicciones organizadas por la UNAD: Unión de Asociaciones de Atención al Drogodependiente, celebradas en la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Apasionantes porque se afrontó un problema social creciente e imparable que nos plantea nuevos retos día a día. Se organizaron en cuatro grandes áreas estratégicas que nos permitieron diferenciar, sin perder de vista el fenómeno general de las adicciones, dónde y cómo se nos están planteando las líneas de acción de futuro.

La primera se centró en las viejas y nuevas adicciones sin presencia de sustancias, lo que en muchos de los casos presenta el problema añadido de no poder aplicar la abstinencia como primer paso para su superación: el teléfono móvil, internet, las compras, el trabajo, el sexo o la comida, por ejemplo. Sí hay otras, ya antiguas, como el juego o las apuestas, que ahora han sido reforzadas y facilitadas por la televisión y las redes sociales, en las que la prescripción de la abstinencia no interfiere en la vida normal de las personas adictas.

El segundo enfoque se centró en el consumo abusivo y patológico de drogas en los lugares de ocio y recreo nocturno. España fue siempre un país en el que el alcohol y el tabaco estuvieron presentes en todo acontecimiento social pero ahora, en los fatídicos botellones, no es que lo estén es que representan su propio fundamento; el mismo nombre es bien ilustrativo: botellones. La progresiva asistencia de menores y el modelo de consumo en forma de atracón son asuntos de profunda preocupación sanitaria y evidencia una gran hipocresía de las autoridades políticas.

La perspectiva de género en las drogodependencias, como tercer enfoque de las adicciones, fue uno de los más novedosos de las jornadas por cuanto quienes trabajamos en este ámbito nos venimos conformando con saber que el número de mujeres drogodependientes es mucho menor que el de hombres; sin embargo el afrontamiento integral del género como elemento crucial de todo el proceso adictivo, desde sus causas hasta sus consecuencias, desveló que en este campo está casi todo por hacer.

Para terminar no podía dejar de tratarse en un encuentro como este el fenomenal problema de la patología dual, de altísima prevalencia que se da cuando se asocia una enfermedad mental (paranoia, esquizofrenia, psicosis, depresión…) con consumo de sustancias. En ocasiones aquella fue la precursora y el consumo la consecuencia pero en muchas ocasiones este llevó a la enfermedad mental; en todos los casos, sea cual sea el factor predisponente, se produce una retroalimentación fatal.

Problemas de incalculable trascendencia y gravedad que nos alientan, a quienes trabajamos como profesionales o voluntarios en este campo, a no desfallecer para seguir investigando, aprendiendo y aplicando aquellos programas de prevención, tratamiento, rehabilitación y reinserción que presentan los resultados más esperanzadores. Sin duda, apasionante desafío.