Rastrillo: ¡qué difícil no creer en los milagros!

La temperatura en el Parque de la Alameda no sobrepasó los 10º en todo el día, lo que para las buenas gentes de Marbella es un frío helador. El sol se empeñó en hacer su recorrido diario oculto tras los árboles y edificios. El gobierno acababa de anunciar que las pensiones subirán menos de lo esperado. Llevamos semanas en los que no hay día sin actos solidarios pidiendo la ayuda de todos. Comenzamos esta edición del Rastrillo temiéndonos que, tras el esfuerzo inimaginable que supone, el resultado económico sería parco y poco alentador.

¿Merecida recompensa al trabajo altruista de las casi 100 personas que de una u otra forma hacen posible esta mercado al aire libre? ¿Suerte? ¿Casualidad? Para muchas de las Voluntarias que oyeron hasta ocho veces la campilla que significa haber recaudado otros mil euros, la única explicación era el milagro de los inocentes. Quédese cada cual con lo que mejor se ajuste a sus ideas pero en las circunstancias actuales haber llegado a una recaudación, billetico a billetico, moneda a moneda, de 8.284 euros, es una auténtica proeza. Mil veces que digamos gracias Marbella, gracias Voluntariado, gracias visitantes, nos quedaremos cortos.

Los Rastrillos de Horizonte en La Alameda no son sólo, siendo importantísimo, una actividad con vistas a recaudar fondos para nuestros programas sociales: resultan cada día más un lugar de encuentros y reencuentros, de saludos, de socialización, de paseo con la familia, de disfrutar de ese ir y venir, rebuscar, pensar en el regalo adecuado para la persona querida, de pensar y repensar, de revolver, de mirar ese frondoso parque que es rectángulo multicolor entre el Mediterráneo y Sierra Blanca de una forma diferente a como lo miramos a diario.

Las imágenes que hoy acompañan a estas breves líneas hemos querido que rindan merecido homenaje a los compañeros y amigos de la Asociación de Alcohólicos Reabilitados de Marbella (ARAMA) que ponen la intendencia para hacer más grata la jornada y cuya espectacular paella ya ha cobrado carta de naturaleza. También hemos querido presentar las últimas horas del Rastrillo, cuando todo parece desorden y ruina, cuando el color que predomina es el marrón de las cajas que volverán al almacén hasta dentro de dos meses, pero que para las mujeres y los hombres que nos dimos el primer abrazo a las 8 de la mañana son el mejor exponente del deber cumplido. Es curioso, pero esas cajas, esos restos de la actividad, nos producen una ternura  inexplicable. Jalonan siempre una jornada dura pero preñada de satisfacción. A casita, a darnos una ducha caliente. Las 10 personas que ahora mismo componen la plantilla de Horizonte podrán comer turrón también esta Navidad. Y nuestros usuarios seguirán teniendo 24 horas de atención, cariño y aliento para salir de la esclavitud de la droga y recuperar la libertad, al igual que sus familias. ¿Milagro? Lo que sea, ¡bienvenido!