Un Rastrillo en La Alameda

Los pronósticos meteorológicos del mismo domingo preveían Sol en su Costa durante todo el día. Cuando fallan, -lo que ocurre con frecuencia-, no siempre estropean planes, ayer nos favorecieron: un mar denso de nubes altas cubrió hasta media tarde los cielos de Marbella y ya se sabe que a las gentes del Sur no les gusta la playa nublá. Alternativa: paseo por el parque. Cuando no se habían terminado de colocar los tenderetes, los primeros compradores ya curioseaban y se rascaban el bolsillo. Desde primera hora supimos que sería un gran día de Rastrillo: acertamos.

Además, había novedad: los amigos de las asociaciones hermanas Arama y Gacar, habían aceptado hacerse cargo del bar. No fue difícil aprenderse sus nombres: ellas, María; ellos, salvo un Juan y un Jesús, todos José, o Pepe, que tanto monta. El plato de paella 2 €. El resto de tapas y raciones 1,50 €; cualquier bebida, por supuesto no alcohólica, 1 €. No podemos decir que se agotaran las existencias, es difícil calcularlas la primera vez. Pero de los 18 kilos de arroz que se mezclaron con un sofrito que estimuló los jugos gástricos de todos desde primera hora, apenas sobró y menos. Aquí faltan dos cosas, nos dijeron: sillas y mesas para que la clientela se siente, y música, que anima mucho al personal. Así será para diciembre, amigos: habrá terraza y habrá folklore mexicano. Isabel, tú que tienes buena relación con el de arriba, negocia con Él que el domingo, 4 de diciembre, sea soleado. Así lo haré. Amén.

A mediodía, Manuel Cardeña, el concejal más ubicuo de España, intenta comprarse unas camisas y hacer así su aportación. Apenas le dejan. Beso va, apretón de manos viene. Ignoramos lo que cobra un concejal en Marbella, pero estamos seguros de que este se gana el sueldo a pulso. Isabel, la Presidente de Horizonte, tampoco da dos pasos sin que la achuchen y la besuqueen; ella lo agradece. ¿A quién no le gusta sentirse querido? Hablamos con Cardeña: planes, proyectos, cómo está la situación del sector social, fechas que tenemos por delante para cumplir compromisos. Isa, la paella está a punto y Pepe Ferrán Adriá quiere hacerse una foto con la Jefa delante de su obra. ¿Cuál de las dos, la de Horizonte o la del Rastrillo? Aquí tenemos muchas jefas. No, no, la grande, la Jefa de verdad.

Antes, Bárbara de Cárcer, otra ubicua de Marbella, siempre con su micro en la mano y su cámara de compañía, pregunta aquí y allá; por qué preguntará tanto esta mujer si lo sabe todo mejor que nadie. Si Bárbara no existiera, Marbella tendría que inventarla. Por allí mismo tiran de cámara los fotógrafos del Marbella Express (para no hacerse líos todos se llaman Antonio) y del Sur.

La mañana es un gentío por todas las secciones. ¿Cómo va la venta, María Eugenia? No va mal, algo mejor que en el de agosto. ¡Pero si hay mucha mas gente! Si pero también hay mucha más crisis. Y es cierto: señoras encopetadas, jóvenes mamás y mocetones nórdicos, miran y remiran ropa y calzado. Se van sin comprar y vuelven al rato, miran de nuevo, rebuscan, preguntan, hurgan en los bolsos o bolsillos: al fin compran algo. Esta crisis no es de pega, es dramáticamente real. La blanca sonrisa de Loren, la luchadora presidente de Afimar, otra entidad veterana y eficaz, destaca entre las cabezas. ¡Qué guapa estás, Loren! Qué va, si he perdido quince kilos en dos meses porque la vitamina D no quiere nada conmigo. Pues será por eso. También lleva bolsas, también se ha dejado sus dineros.

Las voluntarias elogian el gazpacho y el arroz. Echan de menos el postre. Habrá dulces para merendar, tranquilas. La hora de la siesta es la más dura de la jornada: menos gente, más sopor, esas artrosis… El cielo se limpia de nubes, ya no importa, hemos hecho la mañana. En octubre, el sol de la tarde es suave y las familias saldrán de paseo. Aparece Orfe, la veterana de Horizonte: la gracia y el tronío del Caribe en un cuerpo dolorido pero nunca quejoso. ¡Qué pocas vamos quedando de las antiguas! Entra al trapo Andrés, sujetándose las rodillas, que le chirrían. ¡Cómo no le van a doler si llevan 77 años soportando a este hombretón incansable y bondadoso!: Hay que buscar recambio, Orfe, no de rodillas ni de espaldas, sino de personas. Laila asiente: tiene una lumbalgia que no le nubla su sonrisa. Es cierto, pero ya no las encontraremos como vosotros.

Avanza la tarde y el “derrengue”. Apenas se ha despedido el sol por detrás del edificio del Casino, entran de turno las farolas fernandinas del paseo y del parque. Las bombillas del pequeño tiovivo llevan encendidas todo el día para llamar la atención infantil. Es inútil. Son un mero decorado que gira y gira. Los niños de hoy prefieren dejarse los ojos ante la Play o el Iphone que subirse al caballito. Fanny y sus voluntarias de la “Sección de Cultura” están que se salen: por primera vez en la historia han recaudado 1.100 €. Bernardo, el señor Botín de los Rastrillos, sugiere que cada vez que se vayan superando mil euros de recaudación toquemos una campana para que todas las voluntarias lo sepan y se animen. Otra novedad más para el 4 de diciembre: habrá campanilla.

Van llegando nuestros chicos dispuestos a ir recogiendo, empaquetando, cargando y volviendo a descargar en el almacén. Nuestro cansancio se torna en alegría. ¿Cómo ha ido la cosa?, pregunta alguno. Bien, muchachote, no tenéis que preocuparos por nada; en octubre pagamos sueldos y Seguridad Social. Y en noviembre, y en diciembre, porque si hace falta montamos el Rastrillo cada semana. ¡Qué lástima no poder mostrar vuestras caras al mundo por nuestro compromiso de confidencialidad! ¡Cómo nos gustaría que cuantos aún arrastran prejuicios de ignorancia vieran vuestros rostros llenos de vitalidad, confianza, ilusión, simpatía, ternura…! Que como nosotros, conocieran vuestros nombres, edad, el pueblo donde habéis nacido, cómo se llama vuestra madre o padre, vuestra esposa, vuestro crío pequeño… ¡Si supierais el enorme sentido que dais a nuestras vidas al permitirnos que podamos echaros una mano para salir del túnel de la drogodependencia!

Las viejas cajas de cartón van ocupando el lugar de los mostradores. Se pliegan sillas y patas, se amontonan las borriquetas, se empaquetan los libros, los zapatos, los cacharritos, los juguetes, los sueños. Todos miramos de reojo a María Eugenia y a Bernardo. ¿Ha ido bien? Más de ocho mil. ¡Menos mal! Cuando las campanas de La Encarnación den las 12 de la noche, sobre las losetas marmóreas de La Alameda sólo revolotearán a su aire las hojas de mil pardos con que el otoño alfombra calles y parques. Gracias Marbella. Ha vuelto a cumplirse el milagro: 8.378 euros. Hasta el 4 de diciembre.