El gran dilema
(Artículo de nuestro Vicepresidente emitido por Onda Cero Marbella hoy, 8 de octubre de 2013)
El mes pasado hice público examen de conciencia ante estos micrófonos. Expresaba mi satisfacción por la generosa asistencia a actos deportivos o galas con fines benéficos pero me dolía de la falta de un vínculo más permanente hacia estos fines a través de un compromiso de voluntariado. Mencioné la idea de “intercambio”, esa esperanza subconsciente de recibir algo a cambio de lo que damos, lo que en el caso de la acción voluntaria no es posible percibirlo si no se experimenta.
Me voy más lejos en los recuerdos: pocos meses después de comenzar este tiempo difícil para una gran mayoría, que vivimos desde hace seis años, comencé a decir en todos los foros en los que se me ha invitado o permitido intervenir, que por razones de fondo, que ahora no tenemos tiempo para volver a detallar, debíamos asumir sin posibilidad de vuelta atrás un cambio en el modelo de estado social de bienestar del que habíamos disfrutado durante cuatro o cinco décadas, depende de cada país.
He recibido muchas muestras de incredulidad e incluso de manifiesto desacuerdo, se me ha llegado a decir que se me veía mucho el plumero. No lo tuve en cuenta porque nunca he tratado de defender ideologías: si respetan los fundamentos de la democracia todas son legítimas. No hacía previsiones desde posicionamientos ideológicos sino desde la constatación de hechos irrefutables de demografía y cambios sociales que dejaban ver con toda claridad lo que era inevitable. El problema es que quienes han de tomar decisiones difíciles se juegan su parcela de poder a corto plazo y por eso las vienen posponiendo, ocultando y disfrazando. A más retraso en el comienzo de la terapia, más dolor y dificultad para superar la enfermedad. A más tiempo negando la verdad más duro será su descubrimiento.
En otros tiempos, los grandes cambios se resolvían mediante dos enormes tragedias: una no planificada, las epidemias, y otra que sirvió para dar contenido al término “estrategia”: las guerras. Hoy no queremos ni las unas ni las otras pero tampoco estamos dispuestos a realizar cesiones en nuestros hábitos de confort y seguridad para permitir un desarrollo sostenible en la concepción más literal del término.
Nos conmovemos, permítaseme decir que hipócritamente, cuando decenas de inocentes mueren junto a las costas italianas o españolas, o al ver con nuestros ojos casos concretos de injusticia social o abandono, pero seguimos esperando que todo vuelva a ser como en los felices decenios anteriores. Y eso, ya no volverá. Sencillamente no volverá. Puede parecer una barbaridad pero en muchos aspectos, por suerte, eso no volverá.
Estamos en tiempos de sociedad civil. Vivimos un momento de gran dilema: podemos salir de esta reforzados y renovados o, con perdón, cagarla. Por ahora veo más papeletas vendidas para la segunda opción, pero no tiro la toalla todavía. No esperemos que todo lo resuelvan los otros. A nuestro alrededor hay muchas oportunidades de resolver problemas en lugar de crearlos o agrandarlos. Es cierto que las diferencias entre muy ricos y muy pobres, poderosos y parias se han estirado vergonzosamente pero eso no nos justifica la inacción. Si quiero y me siento impulsado a ello puedo dedicar una hora al día a luchar contra las grandes injusticias universales, pero, ¡caramba!, ¿no será más práctico y ético que resuelva las que se están produciendo a mis pies y para las que sí tengo soluciones factibles?
Aquí mismo, en Marbella, podemos intentar mejorar, entre todos, el bienestar básico de los más desarraigadosVivimos en un lugar privilegiado por geografía y clima pero también, todavía, por oportunidades para intentar mejorar, entre todos, el bienestar básico de los más desarraigados. No echemos balones fuera. Podemos llegar a estar mucho peor de lo que estamos; ojalá no lleve razón. Ojalá tenga que decir dentro de unos años: ¡cómo me equivoqué! De momento, mientras sigo aprendiendo cada día, trabajo por aquello en lo que creo: devolver al mundo parte de lo mucho bueno que el mundo me ha dado, de lo contrario, ¿qué van a hacer con ello mis cenizas? ¿Te animas tú también?