Emprender el viaje hacia la mejor versión de uno mismo

Testimonio de una persona usuaria del Programa Concilia.

Conocí la existencia del programa Concilia buscando ayuda para mi hijo que tenía problemas de adicción. Ante su negativa a recuperarse, me hundí en un estado de desesperación profunda.

Me puse en contacto con Proyecto Hombre Marbella para que me recomendaran un psicólogo. Fue cuando me hablaron del Programa Concilia. Me sorprendió mucho ver que Horizonte Proyecto Hombre brindaba ayuda a personas que no tenían problemas de adicción. Según el terapeuta que me recibió para informarme, el Programa Concilia estaba enfocado a ayudar a personas con dificultades para emprender un camino hacia el crecimiento personal. Tras un par de entrevistas individuales, pude unirme a un grupo de personas que querían apostar por un futuro mejor.

Durante año y medio, cada martes de 19:00 a 21:00, asistí a nuestra reunión, con muchas ganas y mucha motivación. Al principio, no fue fácil. Yo me había olvidado de mi desde hacía tiempo. Ya no sabía que era lo que me gustaba ni lo que me hacía sentir bien. Me había refugiado en mi trabajo para huir de la realidad y del dolor y ya no sentía ni las malas sensaciones ni el placer y la alegría.

Emprender el viaje hacia la mejor versión de uno mismo requiere humildad y valentía. También requiere trabajo. Tuve que cumplir compromisos que había acordado en las reuniones, aunque me costara muchísimo. Tuve que “descoserme” entera para volver a crear la persona que quería ser, con valores que yo elegía, aprendiendo cuales eran mis factores de riesgo y cuales eran los que me protegían. Tuve que tomar decisiones difíciles y duras para crear un entorno seguro en el que crecer. El apoyo del grupo fue fundamental: mis compañeros eran cómplices, pero también eran espejos en los que reconocía actitudes propias. Me di cuenta que trabajar en grupo tiene un efecto muy potente.

Hace ahora casi un año que me gradué. Cuando me dijeron que ya estaba lista para seguir adelante sin la necesidad de acudir a mi grupo, el sentimiento fue agridulce: feliz por haber conseguido las herramientas necesarias para cuidar de mi pero triste por tener que alejarme de quienes fueron una auténtica familia. Asomó la duda de si sería capaz de mantenerme a flote sin la ayuda del grupo y de los terapeutas que destacan por sus conocimientos, motivación y cariño.

Ha pasado un año y sigo creciendo y construyendo la vida que deseo gracias a lo que aprendí durante mi paso por Concilia. La calidad de mis relaciones con mis seres queridos es más auténtica y respetuosa. Me posiciono de forma espontánea y natural y reconozco con rapidez las señales que me indican que tengo que rectificar. Estoy construyendo una relación con mi hijo que nunca hubiéramos podido imaginar y aunque sé que el camino tendrá tramos sinuosos y complicados, estoy preparada, motivada y sobre todo profundamente agradecida.