Mientras otros se lo piensan (*)
(*) Por Luis-Domingo López. Se emite hoy por Onda Cero Marbella.
Hoy es uno de los días más gratos del año para mí: cuando salga de la emisora iré al hotel Vincci Estrella del Mar para compartir como cada noviembre la comida- homenaje al voluntariado de Horizonte Proyecto Hombre. Cerca de un centenar de personas, desde 18 hasta más de 90 años, mayoritariamente mujeres, nos reunimos alrededor de mesas redondas, saltando de unas a otras, para compartir, con la tranquilidad de no tener que estar trabajando en esos momentos, cómo van nuestras vidas, qué novedades importantes se han producido en nuestras casas en los últimos 12 meses, y también, por qué no, si hubo más artrosis o nuevas lumbalgias. Pero sobre todo nos convenceremos unos a otros un año más de estar recorriendo el camino correcto.
Vivimos tiempos conflictivos y no demasiado fáciles. Bien es verdad que repasando la historia uno se da cuenta de que jamás, si los hubo, los fáciles duraron mucho. Pero nos toca afrontar un profundo cambio de ciclo no sólo económico sino de mayor calado. Mientras las necesidades de todo tipo están aumentando sin tregua, la satisfacción de ellas por parte de los estados se acorta o desaparece. Indignarse es lícito por unos minutos pero si nuestra indignación se queda ahí y no hacemos nada de nuestra parte para paliarlo, estamos cayendo en el cinismo. Hemos creído que los derechos fundamentales recogidos en nuestra Constitución y en otros ordenamientos jurídicos del moderno Occidente serán satisfechos a quienes los necesiten por el sólo hecho de ser personas y residir en este o aquel país. Es una ingenuidad, lo sabemos y lo llevamos comprobando por largo tiempo.
No hay derechos sin deberes, a veces en la misma persona, a veces dentro de una colectividad. Los estados y demás administraciones públicas tienen un mandato temporal de los ciudadanos para redistribuir derechos y obligaciones, en forma de bienes y servicios públicos por una parte e impuestos por otra. Cuando aumentan los receptores y disminuyen los aportadores la ecuación se hace imposible. Junto a esta organización formal y con un intermediario no siempre eficaz ni ágil, tenemos la gran oportunidad de ser cada uno de nosotros un pequeño estado de bienestar para quienes lo necesitan. No hay pretexto para no dedicar unas horas a la semana, al mes o al año, para alguna de las infinitas causas que requieren generosidad, ayuda y solidaridad: enfermedad, infancia, vejez, soledad, hambre, adicciones, educación, desarrollo…
El voluntariado es un fenómeno moderno y lo será cada día más. La posibilidad de dar, de darse, es tan enriquecedora y privilegiada que sólo se goza cuando se practica. Las culturas milenarias dicen que cuando dos personas se unen para recibir ninguna de ellas recibe nada mientras que cuando dos se unen para dar, ambas reciben. Y así es, la persona voluntaria lo hace con la vocación de dar y quien se beneficia de su servicio, muchas veces sin saberlo ni proponérselo, da al voluntario mucho más de lo que recibe de él. Nos acercamos al día mundial del voluntariado. Yo no creo en estas celebraciones, creo que cada día hay que vivirlo intensamente pensando si en el quehacer diario estamos siendo fieles a nuestros principios o cayendo en el cinismo.
Aselita Estebanez
12 noviembre 2014 @ 9:37
Buenos días, Bonito escrito Luis te felicito por las palabras tan bien ordenadas para decir cosas tan reales y bonitas.
Nos veremos en el hotel para compartir con todos los compañeros buenos momentos y también desahogarnos con los malos momentos si desgraciadamente los hemos tenido en este año.
Debemos compartir todas nuestras emociones buenas o menos buenos porque me viene a la memoria la frase ” Las alegrías compartidas, son inmensamente grandes. Las penas compartidas se hacen inmensamente pequeñas”
Un abrazo muy fuerte
Teresa Piedrafita
12 noviembre 2014 @ 21:46
Luis, te he dicho –y repetido– que escribes como los ángeles.
Aunque mi colaboración es bien escasa, gracias por la parte que me toca de este escrito tan amable y cariñoso. Sabes que también colaboro con otras muchas causas, por eso no puedo dar mucho más de mi; en todos casos pienso que recibo mucho más de lo que doy.
¡Viva el voluntariado!