Paradoja (*)

decapitacion

 

(*) Por Luis-Domingo López. Se emite hoy por Onda Cero Marbella.

 

Se están realizando diversos estudios científicos sobre la relación aparentemente amistosa entre animales de distinta especie. Los expertos no quieren utilizar el término “amistad” y prefieren referirse a relaciones afiliativas por cuanto la amistad, esgrimen, es propia sólo de humanos. Simultáneamente circulan diversos vídeos por Internet, convertidos rápidamente en virales, en los que se muestran tiernas escenas en las que, por ejemplo, un cachorro de león juguetea con otro de perro, un castor descansa sobre una tortuga, un caballo mantiene arrumacos con un labrador o una oveja criada entre perros convive con ellos y se comporta como los canes. Es decir, no sólo se percibe un buen entendimiento entre especies animales diferentes sino una cierta emulación de hábitos de unas hacia otras.

 

Mientras tanto la especie supuestamente más avanzada del reino vegetal y animal, el hombre, parece estar recorriendo el camino inverso: no profesar ya no compasión sino siquiera el más elemental respeto por sus congéneres. Los abyectos cortometrajes aspirantes a los premios Goya, o quién sabe si a los Óscar, filmados y distribuidos por los salvajes fanáticos degollando a sus víctimas son exponente máximo de hasta dónde puede llegar la crueldad y el sadismo humano. Dada su repugnante cotidianeidad acabaremos por seguir dando buena cuenta de un espeto de sardinas o un asado mientras contemplamos en nuestro plasma la siega de cabezas de semejantes.

 

Y no sólo estas exhibiciones macabras de retroceso de civilización las podemos entreverar cada día entre plato y plato sino escenas menos trabajadas artísticamente pero igual de sobrecogedoras se nos cuelan ya como familiares que acuden a diario a visitarnos: esas pobres ancianas ucranias cobijándose del frío, el meteorológico y el afectivo, alejándose de las ruinas de lo que fueron sus casas porque unos bípedos iluminados han decidido, empujados solo por el odio, que esa ya no es su tierra. Muestras de parecida barbarie no escasean en ningún continente ni de ellas se libra color alguno de piel.

 

De modo que estamos viviendo una especie de paradoja: la paradoja de la especie. Aquellos a quienes despectivamente llamamos animales nos dan muestras de su capacidad de convivencia con el diferente mientras quienes nos consideramos los reyes del mambo de la evolución damos un paso adelante y dos hacia atrás en los modos de convivencia, no sólo con nuestros iguales sino con el planeta entero que nos cobija. Se busca Gandhi para gran reparación.