Todos somos: rellénelo usted mismo (*)

OjoParis

Yo también soy Charlie Hebdo y Paris y Malí y Beirut; todos somos Nueva York y Madrid y Londres y Asunta y Marta del Castillo. Hoy es el día internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer, ayer el día europeo de los sin techo, el domingo el internacional de la solidaridad con el pueblo palestino, el martes el de la lucha contra el sida…

¿De verdad podemos ser tantas cosas a la vez individualmente o en grupo y ocuparnos seriamente de tantas causas? No está demás que celebremos el carnaval una vez al año pero no podemos disfrazarnos de algo diferente los 365 días porque acabaremos perdiendo el sentido de quiénes somos realmente. Además no solo no nos es posible adoptar una condición personal diferente tan definitoria y permanente como para afirmar nada menos “yo soy” o “todos somos” al son que toca la actualidad sino que además es absolutamente estéril al igual que lo son los días nacionales, europeos o internacionales dedicados a una causa sea ésta noble o pura memez que también las hay.

No da tiempo a concienciarse sobre la gravedad de asuntos como las enfermedades que no tienen cura, la violencia contra colectivos oprimidos o los hábitos que minan nuestra salud y nuestra vida: sedentarismo, tabaco, alcohol o drogas que también tienen su día. Llevo siete años trabajando como voluntario en el ámbito de las drogas y otras adicciones y nunca recuerdo cuál es el día del voluntariado, ni el de la lucha contra las drogas ni la jornada sin alcohol; no lo recuerdo ni me importa porque en este torbellino de estímulos en el que vivimos, apenas digerimos lo que nos ponen cada mañana y cada noche en el plato de la actualidad salvo que conscientemente decidamos con firmeza actuar por una causa concreta bien porque nos afecte de cerca o bien porque la consideremos merecedora de nuestro denuedo.

Bastante tengo con ser cada día la persona que intento ser, no sin bandazos, errores y tropiezos, como para atribuirme lo que por el azar de los acontecimientos toque cada jornada. Ya me cuesta no poco intentar llevar a cabo lo que me haya propuesto para el día, interrumpido por todos los ladrones de tiempo y concentración que hoy nos invaden, como para tener que sentirme culpable si no me siento, además, francés, libanés, Asunta o Marta, canceroso, esclerótico o diabético, con todo mi respeto, afecto y compasión por quienes como individuos, familiares o colectivos afrontan dificultades y tragedias sin fin; pero si asisto a cada manifestación en pro de una causa no encontraré tiempo para actuar en defensa o en lucha de verdad por esa precisa causa.

Trabajar calladamente resulta tedioso, superar dificultades y obstáculos en el camino no es muy gratificante, sentirse poco acompañado en la batalla la hace más angosta y no digamos si hemos de ir protegiéndonos de las piedras y tomatazos que más de una vez nos llegan del graderío o del palco, véase de la propia sociedad o de los gobernantes, pero solo da fruto el trabajo perseverante y talentoso. Los fuegos artificiales son muy vistosos y sonoros pero a los pocos segundos solo queda el olor a pólvora y un reguero de humo. Prefiero ser imperceptible hogar de chimenea que perdure durante el gélido invierno que para muchos semejantes representa la propia vida. Y lo intento siendo simplemente lo que soy: yo mismo. No puedo ser quien no soy.

(*) Por Luis-Domingo López. Artículo emitido hoy por Onda Cero Marbella.