Y así, aprendí a quererme y a querer a los demás,…

Una usuaria del Programa Concilia de la asociación Horizonte Proyecto Hombre nos ha hecho llegar una emotiva carta donde nos expresa cómo ha sido su experiencia en este programa terapéutico para trabajar las dificultades emocionales.

Apreciada casa,

Nunca imaginé que mi vida iba a dar un vuelco de 180 grados cuando entré por aquella puerta de Horizonte Proyecto Hombre. Nunca imaginé que esa silla en la que me senté atemorizada el primer día, iba a ser el comienzo de un frenético camino para convertirme en una nueva persona dispuesta a comerse el mundo.
 
Llegó un punto en mi vida que me sentía perdida, desbordada, vivía en un mundo de mentira y de apariencia que me quemaba por dentro. Mi corazón estaba bañado en tristeza y mi cara mostraba una sonrisa permanente que intentaba ocultar a todo el mundo el dolor de mi corazón.


“…me sentía perdida, desbordada, vivía en un mundo de mentira y de apariencia que me quemaba por dentro”


No sabía muy bien como había llegado a ese punto pero pasaban los días y los meses y, cada vez, me acostumbraba más a vivir en esa situación oscura, hasta tal punto que pensaba que así era la vida y que no había nada que yo pudiera hacer, más que soportar esa pesada mochila hasta el fin de los días.


Ya no sabía distinguir que era normal y que no, pues no conocía otra manera de vivir y yo sola me tapaba los ojos para no ver todas las carencias, las necesidades…. y me autoconvencía de lo bonito que era vivir con migajas de felicidad… al fin y al cabo, mejor migajas que nada ¿verdad? Pero nada más lejos de la realidad.

Entonces aterricé en el programa Concilia, donde la palabra migajas no tiene cabida.


Fue en aquel momento cuando me sumergí en un viaje de conocimiento y de aprendizaje, con muchas subidas y muchas caídas, no os voy a engañar… con puntos de inflexión, con ganas de tirar la toalla, con llantos, con risas, muchas preguntas que resolver, muchas decisiones que tomar…


Probé y experimenté con toda la artillería de un equipo de profesionales espectaculares, que me abrieron los ojos; me enseñaron que existía otro mundo más allá del muro que yo me había creado. Me enseñaron cómo podía adentrarme en él sin miedo, sin prejuicios y con plena confianza en mí.


“Ya no sabía distinguir que era normal y que no, pues no conocía otra manera de vivir”


Profesionales que me acompañaron durante todo el viaje, me ayudaron a levantarme cuando me caí, me pusieron un escalón cuando no llegaba y me encendieron la luz cuando veía todo negro.


En especial, la luz de mi terapeuta, Diego, que ha iluminado hasta las noches más oscuras, y que siempre vivirá en una parcela de mi corazón a todo lujo de cariño y admiración.

Y así, aprendí a quererme y a querer a los demás, a valorar las pequeñas cosas que me hacen feliz, a llevar las riendas de mi vida, a sentirme orgullosa de mí misma.


“Y así, aprendí a quererme y a querer a los demás, a valorar las pequeñas cosas que me hacen feliz…”


Nunca imaginé que me convertiría en un ser libre, decidido, seguro, pleno y con el poder de vivir en la felicidad… pero me equivoqué, porque ese día llegó, y me convertí en una hermosa persona que desconocía que existía y que ahora rebosa de luz allá por donde camina.


Mi eterno agradecimiento a todo el equipo. Viviréis siempre en mí.