Cinco párrafos sobre una plaga: las drogas

El botellón no sólo es un grave problema de salud, es una indecencia moral contra la ciudadanía
El botellón no sólo es un grave problema de salud colectiva, es una indecencia moral contra la ciudadanía

Reflexión de Luis-Domingo López, emitida esta semana por Onda Cero Marbella

Probablemente a estas alturas todo el mundo haya oído o leído algo durante estos últimos días sobre el consumo de drogas aunque quizá no sepa a cuento de qué ha venido tanta información. Lo aclaro: La Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas publicó al comienzo de la pasada semana los resultados de su última gran encuesta bienal con la que se cumplen 20 años de estos macro estudios sobre consumo de drogas entre adolescentes. Han sido preguntados casi 30.000 estudiantes de ambos sexos, tanto de centros públicos como privados de todas las provincias españolas. Es el mayor análisis de que disponemos al respecto en nuestro país.

El resumen del Ministerio de Sanidad consta de seis páginas y la presentación de gráficos de 29. Quiere decir que habremos de seguir rumiando los datos durante bastante tiempo pero con el fin de que los árboles no nos impidan ver el bosque subrayaré aquí dos aspectos que me parecen especialmente preocupantes: el aumento imparable del modelo de consumo en los fatídicos botellones y la baja percepción de riesgo que tienen los adolescentes sobre el cannabis. Es fácil imaginar que hay más motivos para la alarma pero hoy me centraré en estos dos.

El vino es parte de nuestra cultura y su consumo moderado es incluso saludable pero la aparición hace unos años de los monstruosos botellones al aire libre, con toda la secuela de molestias graves al vecindario, toneladas de desperdicios y daños al equipamiento colectivo, supuso uno de los peores hallazgos de la modernidad. La proporción de alcohol ingerido en corto espacio de tiempo es imposible de metabolizar por el organismo sin dejar secuelas en todo él que en muchos casos serán irreversibles, es decir de por vida, al margen de los casos cada vez más frecuentes de coma etílico e incluso muerte.

La escasa percepción de riesgo del cannabis, al que se le supone por una mayoría de jóvenes menos dañino incluso que el tabaco y el alcohol, es otro indicio de que la información está fallando: fumar hachís o marihuana, que es la forma de consumo más habitual, conlleva exactamente los mismos daños colaterales que el tabaco más los propios de su potencia depresora del sistema nervioso central, produciendo daños graves sobre la capacidad de memoria y concentración lo que redunda a corto en plazo en un abultado fracaso escolar en los consumidores como se está constatando.

El corolario es evidente: después de 20 años estudiando a fondo la plaga de las drogas no las hemos evitado, ni minimizado ni tan siquiera disminuido. El consumo de unas sustancias ha aumentado, el de otras ha bajado, el de alcohol ha empeorado gravemente, la edad de inicio se ha adelantado y el poli consumo se ha hecho más frecuente. En suma, hemos fracasado, gobernantes y gobernados; hemos fracasado como sociedad. Debemos seguir y seguiremos luchando pero hemos de poner más imaginación y creatividad.