Crónica de otro año de cambios (*)

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Haciendo honor a uno de los principios que presiden su acción, la transparencia, nuestra Asociación realiza un desnudo integral cada año para mostrarle a la sociedad que colabora con sus fines, cómo ha gestionado sus recursos y cómo percibe y actúa ante los cambios sociales de los colectivos a los que se dirige. Cada dato es una historia con nombre, rostro y corazón pero las exigencias de la brevedad informativa solo dan para hablar de datos y, acaso, para entonar la melodía de fondo.

Una palabra puede resumir nítidamente la actividad de la Asociación Horizonte durante el pasado año: prevención. Prevención porque somos conscientes de que la sociedad está perdiendo no solo el miedo sino el respeto al consumo de alcohol y otras drogas, e incluso parece aceptar como inevitables los problemas derivados de conductas adictivas o compulsivas relacionados con fenómenos relativamente nuevos, como los ordenadores portátiles, las tabletas, los teléfonos móviles mal llamados inteligentes, las redes sociales, las apuestas on line y cuanto se deriva del avance vertiginoso de la tecnología, que tantos y tan suculentos beneficios aporta a su industria.

En una falsa fanfarria de masterchefs, top chefs, got talent, gran hermano VIP, top dance y todo tipo de cantos de sirena, aceptar que en casa hay un perdedor, una persona que sufre, una relación familiar insostenible o una violencia que hace de cada día un tormento, resulta heroico. ¡Cuántos casos de violencia machista conocemos cuando la víctima ya es cadáver! Nunca lo denunció, nos extrañamos. Claro, en un mundo feliz, de triunfadores de pantalla, cómo alguien va a reconocer sus calvarios. Por un lado el miedo y por otro la vergüenza. Los trapos sucios se lavan en casa, decían nuestras abuelas. Y en ello seguimos. Sólo cuando el infierno ya quema los huesos acudimos en busca de ayuda. Por lo general, demasiado tarde.

La epidemia del lenguaje políticamente correcto nos está catapultando a ocultar o disfrazar la realidad. El cambio de nombre no modifica la naturaleza de las cosas. A un cojo, ciego o minusválido podremos llamarlo persona con diversidad funcional pero se seguirá enfrentando a los mismos problemas que antes si no diseñamos ciudades y entornos realmente accesibles. Hace años dejamos de llamar drogadictos a quienes habían caído en adicción a una droga, y drogodependiente resultó menos despectivo aunque describe el mismo proceso e idéntico problema. Al cáncer lo denominamos  proceso oncológico: mata menos.

Así en un mundo de términos amables y de triunfadores de cartón vamos ocultando la auténtica realidad cuando esta no responde a las expectativas de una arcadia feliz de puertas afuera que llora sus tragedias de puertas adentro. Pero es lo que hay. Por eso estamos volcando nuestro esfuerzo en prevenir, con todas las armas que el conocimiento y la experiencia nos otorgan, la caída en hábitos y conductas generadores de dolor sin cuento y graves problemas de salud física y psíquica. En su virtud, más de 2.000 personas, desde niños hasta abuelos han recibido durante el pasado 2015, directa o indirectamente, los beneficios potenciales de nuestra acción social. Y ese sigue siendo nuestro compromiso para 2016. Adecuar la oferta a la demanda. Seguir sirviendo a los más vulnerables protegiendo al máximo el derecho a su dignidad.

(*) Por Luis-Domingo López, vicepresidente. Emitido por Onda Cero Marbella.