El poder de construir (bien) nuestra realidad.

Por Jaime Álvarez García-Silván, Director de Horizonte Proyecto Hombre Marbella

Existe un proceso cognitivo universal que nos determina la forma de pensar, sentir, actuar y las consecuencias que nuestro comportamiento puedan tener. Las situaciones que vivimos no dejan de ser neutrales, lo importante está en el enfoque o cómo construyamos lo que nos sucede.

Las situaciones que vivimos nos generan un tipo de pensamiento que, a su vez, determinan un estado emocional. Las emociones nos harán comportarnos de maneras diferentes, en ocasiones de maneras adaptativas y en otras, desadaptativas. Por último y lo que todos tenemos claro es que, dependiendo de lo que haga, tendré consecuencias positivas o negativas en mi vida.

Pongamos un ejemplo:

Son cerca de las 14.00 h y siento un hambre voraz. Me acerco a la cocina para preguntar a mi pareja si falta mucho para comer y recibo una mala contestación (SITUACIÓN), inmediatamente después y de manera automática me inunda un (PENSAMIENTO) negativo: “qué persona más desagradable”, “me trata fatal” o “¿qué pensará que soy yo?”. Este pensamiento trae de la mano una serie de (EMOCIONES) como la rabia, el enfado o la decepción. Decido entonces encerrarme en el dormitorio (CONDUCTA) y pasar el resto del día evitando a mi pareja. La (CONSECUENCIA) de este comportamiento será agravar la situación en casa generando un “efecto bola de nieve”. Solucionar este desencuentro nos costará una importante charla…

Ahora, manteniendo la misma (SITUACIÓN) pero dándole otro enfoque veremos cómo las circunstancias y consecuencias son diferentes: tras el “desencuentro” en la cocina (PIENSO) que esa contestación de mi pareja es consecuencia del estrés ya que, además de la comida, están nuestros hijos en casa, los problemas con su trabajo o sus dificultades personales (que todos tenemos). Tras dar este sentido a lo ocurrido, las (EMOCIONES) que siento se alejan de la rabia o el enfado y se acercan más a la compasión, la pena, el cariño y el cuidado y esto hace, quizá, ofrecerme para poder ayudar en lo que sea necesario (CONDUCTA). Las (CONSECUENCIAS) de esta manera de actuar serán positivas, tal vez me reconozca el ofrecimiento y podremos comer tranquilos y en armonía.

Veamos otro ejemplo:

Estoy solo por la noche en casa y, mientras duermo, escucho un fuerte golpe de una ventana (SITUACIÓN), (PIENSO) que es alguien entrando a robar en casa y genera en mi un importante pánico, inquietud y angustia (EMOCIÓN), por lo que levanto el teléfono para llamar a la policía (CONDUCTA). Cuando viene la policía verifica que no hay nadie y yo debo justificarme y pasar cierta vergüenza…

Ahora, mientras duermo escucho el golpe (SITUACIÓN) y (PIENSO) que es el aire quien lo produce generando en mí un estado de tranquilidad e indiferencia, decido entonces levantarme a cerrar bien la ventada (CONDUCTA). Vuelvo a la cama y tengo un sueño reparador (CONSECUENCIA).

Tenemos ahora claro que, al margen de la situación que vivimos, poseemos el poder de elegir por qué camino queremos ir: el funcional o el disfuncional. Para poder automatizar este proceso cognitivo de manera positiva tan solo hay una acción: entrenarlo muchas veces.

Para esto os facilito un registro en el que podréis ir anotando las situaciones que os encontráis, la manera “aprendida” y la que podemos aprender: