El Poder y los poderes (*)

hambre

En nuestro modelo de organización existen tres grandes sectores que responden a otros tantos poderes: el sector público o poder político, el sector mercantil o poder económico y el sector social, también llamado tercer sector, cuyo poder está tan atomizado y desdibujado que en la práctica carece de él. Este tercer sector lo conforman las sociedades laborales, las cooperativas y las ONG o entidades sin ánimo de lucro.

Como hoy nos ofenden las palabras, no gustamos de llamarlos entidades benéficas aunque lo son, como también le hacemos ascos a los términos compasión o caridad y preferimos el más neutro: solidaridad, si bien yo no concibo esta sin aquellas; de hecho déjenme hacer mención textual de cómo nuestra Academia define cada una:

Compasión: Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien.

Caridad:     Actitud solidaria con el sufrimiento ajeno

Solidaridad: Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.

No puede ser eficaz adherirse circunstancialmente a una causa ajena si no se percibe identificación con sus males o actitud solidaria ante su sufrimiento. Pero hoy exigimos un lenguaje aséptico y que no tenga reminiscencias religiosas o de tiempos pasados. ¡Ea!, aceptémoslo para no divagar en el discurso, una vez expresado nuestro desacuerdo.

Dice la gente bienintencionada que en un país justo no deberían existir las ONG, que el Estado y el resto de los poderes públicos habrían de satisfacer todas las necesidades. ¡Gran error! Si las administraciones públicas tuvieran que satisfacer todos los fines que atendemos las entidades no lucrativas no habría dinero para pagarlas y acabaríamos siendo todos, una vez arruinados por sus garras recaudatorias, sujetos necesitados de esa ayuda. Déjenlas, bastante dinero despilfarran con lo que hacen, amén de otros destinos menos confesables. La eficiencia en la asignación de recursos es incompatible con la gestión pública. No sufren, porque la responsabilidad queda muy diluida, la dificultad de allegar cada uno de los recursos y por ende los dilapidan sin tiento.

El poder político debería estar al servicio de las personas pero nunca fue así, no lo es y temo que nunca lo será. No fijemos la mirada solo en la distancia corta, que también: se ha decretado una tregua en Siria a cuyos propios firmantes les ha faltado tiempo para saltárselo a la torera. De no ser por ONG como Médicos sin Fronteras o Cruz Roja, los lugares calientes del planeta serían ya solo lugares de sangre y descomposición humana.

No se engañen, el trabajo callado, duro, sin tregua, sin horarios, sin más recompensa que la satisfacción moral, que hacemos en las entidades no lucrativas, lo ejercemos no gracias a las ayudas públicas sino a pesar del poder político. No sé, si las cosas deben ponerse muy mal para que se arreglen habría que organizar una huelga internacional de ONG aunque solo fuera por un día: ¡A ver qué coño hacen los que solo saben mirarse el ombligo y sacarse pelotillas!

(*) Por Luis-Domingo López, vicepresidente de la Asociación Horizonte. Artículo emitido hoy por Onda Cero Marbella.