Testimonio de una madre agradecida

Hoy nos despedimos Juan y yo de esta gran familia en la que durante ocho meses hemos compartido los problemas con nuestros hijos adolescentes que a lo largo de cada lunes iban saliendo a relucir o nosotros mismos necesitábamos sacar fuera. Han sido muchos días y horas juntos en los que personalmente os he ido cogiendo mucho cariño, a unos algo más que a otros por lógica cuestión de afinidad. Cuando nos incorporamos al grupo erais cinco familias; dos se fueron sin oportunidad de despedirnos pero les deseo toda la suerte del mundo. A cada una de las tres que quedáis quiero dedicar unas palabras:

– Jose, Luis y Andrea, que hoy también se despiden con nosotros les deseo mucha suerte en esta nueva andadura. Luis, me he reído mucho contigo; a veces ponías ese punto de humor que yo tanto necesitaba. Jose no recules, siempre hacia adelante.

– Jose Manuel y María: este chico tan impetuoso, tan cabezota y seguro de sí mismo, que escucha poco a quien más lo quiere, pero que estoy segura llevará buen camino porque tiene un interior sano, un gran potencial como ser humano, y sobre todo una madre maravillosa que nunca dejará de luchar por él y de apoyarlo. No dejes de escucharla.

– Abel, Jose Luis y Puri. Esta pareja tan encantadora, tan cariñosa, esos padres tan entregados… Me voy con la pena de no poder compartir con vosotros la satisfacción de un cambio en ese chico que o aún no sabe o no quiere expresar lo que le ocurre. Abel, tienes unos padres estupendos, una familia unida que se preocupa por ti, no desaproveches lo que otros desearían, el tiempo pasa y no hay vuelta atrás. Reacciona y cambia, no hay motivo para esa actitud, para ese comportamiento; es más fácil ayudar, transmitir, dar y compartir.

– A las nuevas familias que se han incorporado, quiero decirles que tengan paciencia, transmitirles esperanza, desearles mucha suerte, y sobre todo y ante todo, que no dejen de creer en sus hijos, el primer paso ya lo han dado: acceder a entrar en el grupo, de buen grado o a regañadientes, pero ellos saben que algo o mucho no funciona como debería. Cuando menos lo esperéis, se estarán graduando.

Y por último, los dos pilares que han llevado este grupo, Casilda y Diego, a quienes no puedo más que agradecer el trabajo realizado con los chicos, sobre todo a Diego, que ha pasado muchas horas con ellos, y que a través de las convivencias ha compartido momentos emotivos, duros y tristes, confidencias escritas y sentimientos que incluso ellos mismos desconocían que habitaban en su interior. Gracias por vuestro apoyo, vuestras palabras siempre a tiempo, vuestros consejos, por las charlas, por tantos besos como se han dado en este grupo. A ti Casilda, tan fuerte, tan segura, observadora, intuitiva, tan seria pero cariñosa, buena consejera, gracias por todo.

A nuestro Diego, este terapeuta tan simpático, cariñoso, justo, perspicaz, gracias por el trabajo realizado con mi hijo, y gracias por tu mano en mi hombro aquel día. En los últimos cinco meses he vivido situaciones personales difíciles que me han llevado a estar triste algún lunes que otro y más callada de lo habitual, pero el simple hecho de estar aquí y escucharos, me hacía volver a casa con otra actitud y con energías renovadas.

No me olvido de Noemí, nuestra psicóloga, a quien he tenido pocas ocasiones de tratar, pero cuyas conversaciones siempre han sido gratificantes, satisfactorias y enriquecedoras. Gracias a todos.

Me voy muy contenta, aunque no totalmente satisfecha, pero como alguna vez ha dicho Diego, aquí no se hacen milagros. Feliz por el cambio experimentado en Juan a nivel personal, por el trabajo realizado en las convivencias que en su caso ha sido muy gratificante y le ha ayudado a encontrar el equilibrio que había perdido al deshacerse del rencor y demás sentimientos negativos que le impedían avanzar. Y digo no totalmente satisfecha, porque los motivos por los que en un principio acudí en vuestra ayuda, el abandono de los estudios y su adicción a las nuevas tecnologías, aún siguen latentes, pero como ya hemos hablado, Juan dispone ahora de las herramientas suficientes para caminar solo, contando con mi apoyo incondicional, pero le corresponde a él tomar sus decisiones, equivocarse, tropezar, levantarse y seguir caminando.

¡Familias! ¿Cómo venimos? Hoy vengo y me voy, tranquila, esperanzada, contenta, satisfecha, feliz, y agradecida a todos vosotros porque de cada uno he aprendido algo. Os echaré de menos.

(Los nombres de los usuarios y sus familias han sido alterados para preservar su intimidad)