Homosexualidad, matrimonio y adopción
Debo aclarar que las opiniones vertidas en los artículos quincenales de esta sección son personales y no institucionales, con la sola condición de que no resulten contrarias a la misión, objetivos y valores de la Asociación Horizonte Proyecto Hombre, a la que me honra pertenecer, uno de cuyos rasgos constitutivos es no discriminar y estar abierta a todos.
Considero fundamental diferenciar los tres componentes del título de esta reflexión. El primero es una condición, no una opción; los dos segundos sí implican una decisión y por tanto son consecuencia de un acto de libertad y responsabilidad personal.
Se calcula que entre un 5% y un 10% de la población mundial, tanto de varones como de mujeres, son homosexuales, es decir sienten atracción afectiva, emocional y erótica hacia personas de su mismo sexo. También es una evidencia empírica constatada que prácticamente todas las especies de animales, terrestres, marinos y aves, tienen conductas homosexuales con frecuencia diversa. En el reino vegetal existen plantas hermafroditas. De modo que la homosexualidad está presente en la Naturaleza. Por tanto, en un mundo civilizado, moderno y culto no es admisible ya no considerarla como un fenómeno natural por cuanto ha existido siempre, existe y existirá, aun cuando sea cuantitativamente minoritario. Por otra parte, también está ampliamente verificado que no es opcional, no se elige, no se decide, lo mismo que no se elige el color de piel o de ojos, la talla, el timbre de voz, la predisposición a talentos, torpezas o enfermedades, y un sinnúmero de atributos que conforman a la persona.
El hecho de que durante siglos se hayan sometido a castigos máximos a mujeres y hombres por su condición de homosexuales y, lo que es más lamentable aún, que se siga realizando en muchas latitudes del orbe hoy en día, no significa nada, salvo el salvajismo y primitivismo de la condición humana en tantos aspectos. La historia de la humanidad está plagada de aberraciones cometidas con quienes sobresalían de la masa ignorante, silenciosa y sumisa. Por lo que respecta al aquí y ahora me preocupa mucho el hecho de que menores, adolescentes y jóvenes sigan mofándose y discriminando en demasiados entornos a quien se supone “diferente”. En no pocas ocasiones los que más se pavonean de su “normalidad” suelen hacerlo por miedo subconsciente a pertenecer al modelo ridiculizado.
En un segundo nivel de necesidad de aceptación social incluyo al matrimonio entre personas del mismo sexo. Animo a no denominarlo equivocadamente “matrimonio gay”, muy al uso, por cuanto ese anglicismo importado a vuela pluma sólo se refiere a la homosexualidad masculina pero no a la femenina. Si existe una realidad, la ley debe recogerla y regularla. Por lo tanto, es absolutamente normal que las personas del mismo sexo que deciden formalizar su relación con vocación de permanencia dispongan de una institución legal que les otorgue un conjunto equivalente de derechos y obligaciones que al resto. La pertinencia o no de llamarlo específicamente matrimonio creo que tiene y tendrá argumentos a favor y en contra, todos ellos legítimos. Los grandes avances sociales que requieren cambios de mentalidad se producen de forma lenta y nunca en línea recta.
En tercer lugar nos encontramos con el derecho de adopción por parte de parejas del mismo sexo. El fenómeno de la adopción es peliagudo por sí mismo y si a su propia complejidad le añadimos la de privar al menor adoptado de una de las figuras clásicas de la educación familiar: la materna o la paterna, no cabe duda de que despacharlo a la ligera es una irresponsabilidad. En la sociedad actual conviven modelos variadísimos de familias: mono parentales, de cónyuges enfrentados y mal avenidos, separados o divorciados, con descendientes de varios matrimonios, menores atendidos por abuelos o personas extrañas; en fin, el tiempo irá diciendo si estas evoluciones sobre el modelo tradicional tienen consecuencias y de qué tipo. Ante tantas alternativas reales no parece que otorgar a una pareja estable compuesta por dos mujeres o dos hombres el derecho de adoptar implique un riesgo potencial mayor que el de los otros modelos mencionados.
Luis-Domingo López. Vicepresidente de Horizonte Proyecto Hombre Marbella. Artículo publicado hoy, 9-12-13, en la edición impresa del Diario SUR
Regina
9 diciembre 2013 @ 12:06
Yo no podría haberlo dicho mejor, pero con la cantidad de burrez que queda en el mundo, no creo que todo esto se normalice ni en unmillón de años. Ojalá me equivoque.
Teresa
9 diciembre 2013 @ 20:15
Estoy totalmente de acuerdo con lo que expresas en el primero de lo que llamas componentes del título: “Homosexualidad”; con matices en el segundo “Matrimonio” y totalmente en desacuerdo en el tercero “Adopción”.
Me refiero ahora a la adopción. Si una familia se convierte en mono parenteral por fallecimiento de uno de los cónyuges o por separación no es algo deliberado cuando se forma esa familia compuesta por varón y hembra. Por tanto, no es un acto voluntario previo –como en el caso de las parejas del mismo sexo– el que los hijos crezcan privándoles de una de esas dos figuras, tan importantes en su desarrollo.
Y el hecho de que algunos niños crezcan al abrigo de abuelos o personas ajenas a la familia nuclear, habrá que analizarlo pormenorizadamente pero, francamente, no lo encuentro comparable como ejemplo negativo. No estamos hablando solo de educar con afecto, sino del derecho de una persona a saber quiénes son sus padres biológicos. Y eso –al menos hasta la fecha– siempre ha sido por la unión de un hombre y una mujer.
Regina
9 diciembre 2013 @ 22:10
Teresa, te has olvidado de un tipo de familia, el de la persona que vive sola y quiere ser madre o padre. Te aseguro que si yo tuviera entre 30 y 40 años ahora, sería madre por mi cuenta. En su día no me atreví, pero los 60 eran otros años. Conozco niños y niñas que se han criado sin la figura paterna y son perfectamente normales. No conozco pareja homosexual con hijos, pero supongo que se puede y no es tan malo para los hijos. Sólo la “mala uva” de la gente que les rodea puede amargar la vida de esos niños. Sí conozco a una abuela, mujer bastante de pueblo, que está encantada con sus nietos y con la pareja de su hijo.
ASELITA
10 diciembre 2013 @ 9:54
Querido Luis, siempre me encantas tus escritos por lo que dicen y lo bien redactados que están.
En este permíteme que te haga un apéndice, la homosexualidad se elige o viene congénita y hay que aceptarla y respetarla. Por supuesto ser hermafrodita nada tiene que ver con la homosexualidad, Los hermafroditas disponen de los dos sexos incorporados en el mismo organismo y solo las plantas y algunos peces pueden auto-fecundarse.
Las personas homosexuales eligen y están en su derecho, con quien convivir y a quien ofrecer su cariño. Tanto el matrimonio (que para mí es la regularización de una forma de estar dos personas), como la adopción sería muy positivo para las parejas homosexuales pues se encontrarían en una posición más relajada socialmente.
Las mujeres homosexuales lo tienen más fácil pues pueden ser inseminadas y parir sus propios hijos , los hombres no tienen esa ventaja y la adopción es una muy buena opción, pero las leyes humanas siempre ponen trabas y problemas para algo tan natural que es dar cobijo, cariño, mucho cariño y educación a seres solitarios.
El hecho de vivir con dos personas del mismo sexo no tiene que afectar la personalidad de los niños o adolescentes adoptados