La salud como decisión personal

Reproducimos el artículo de nuestro Vicepresidente publicado el lunes pasado en el Diario SUR.

Aire puro y recreación para el espíritu: dos elementos saludables

Que tus alimentos sean tus medicinas y tus medicinas, tus alimentos: Fue la sencilla máxima aplicada por Hipócrates, padre de la medicina, hace 2.400 años, en la antigua Grecia y defendida por Galeno, 600 años después, cuyo nombre propio se convirtió en común, como sinónimo de médico. En la era de la revolución científica y el desarrollo tecnológico, conocemos algunas teorías más sobre la salud y las medicinas, y disponemos de ingentes publicaciones de ensayos clínicos realizados bajo las premisas del método científico.

Quienes no nos dedicamos a la medicina, que no es lo mismo que no dedicarnos a la salud, sabemos, porque el conocimiento sobre cualquier área del saber no nos está negado, que hay seis componentes fundamentales de los que depende nuestro estado en el intervalo entre salud y enfermedad: la herencia genética, lo que respiramos, lo que bebemos, lo que comemos, lo que hacemos y lo que sentimos. Respecto al primero podemos intervenir poco, aunque sí al menos disponer de información sobre cuál es el nivel de riesgo asociado. Sobre los cinco restantes podemos elegir casi el 100% de nuestras acciones.

Podemos elegir el aire que respiramos, al menos durante algunas horas al día. Si vivimos en lugares contaminados realicemos escapadas al campo. Podemos elegir no fumar ni estar en ambientes con humo de tabaco y no inhalar por placer sustancias tóxicas. Podemos asumir una mayor conciencia del arte de respirar, realizando inspiraciones más lentas, profundas y abdominales.

En cuanto a elegir lo que bebemos aún está más al alcance de nuestra mano: el agua es la mejor y más barata de todas las bebidas. En los países desarrollados el agua corriente es potable. Las bebidas alcohólicas no son convenientes; de hecho, pueden llegar a ser letales. Tampoco nuestro organismo requiere bebidas azucaradas, con aditivos o con gas.

¡Ah, la comida! El gran deleite de los españoles. Lo que más añoran quienes emigran. El placer gastronómico no está reñido con su salubridad. Los abuelos decían: desayuna como rey, come como príncipe y cena como pobre. Por ahí van los tiros, sin fundamentalismos: no realizar menos de tres comidas al día, no copiosas, y si añadimos una pieza de fruta a media maña y a media tarde, mejor. Ser parcos en azúcar, sal y grasas saturadas. Huir de los platos precocinados. Comer despacio y masticar bien. Abrazar en nuestra dieta las frutas, verduras, legumbres y cereales, y no abusar de huevos, pescados, mariscos y carnes. Mantener un peso saludable: por debajo, en kilos, de los centímetros de talla que exceden de un metro. Y por supuesto, drogas por ninguna vía de entrada.

El cuarto componente: lo que hacemos. Caminemos más, ejercitemos estiramientos, no mantengamos la misma postura demasiado tiempo, no nos eternicemos ante la pasiva televisión, gocemos de la música, la lectura, el teatro y el cine, el baile, el estudio, la meditación, la conversación, el paisaje urbano, monumental o rural, el senderismo o el ciclismo, la playa y el mar. Tratemos de evitar las fuentes de estrés sostenido en el tiempo. Mucho trato, poco plato y mucha suela de zapato.

Por fin, lo que sentimos, el fascinante mundo de las emociones. Tóxicas sin límite son la ira, el resentimiento, la falta de aceptación propia y ajena, la envidia, la murmuración, la soberbia y el egoísmo. Saludables hasta embellecer el rostro: la templanza, la aceptación, la autoestima razonable, la compasión y la serenidad. Y el perdón, no como virtud religiosa sino como actitud positiva de no guardar rencor hacia nadie. Olvidemos para siempre lo de arrieritos somos…

Más de tres de cada cuatro enfermedades están provocadas por uno de estos seis factores; incluso la respuesta ante un agente patógeno externo (infecciones y alergias) está condicionada por la fortaleza del organismo. La  buena salud, es una decisión personal. No hay medicamento sin efectos secundarios y la mayoría sólo sirven para aliviar los síntomas del mal sin actuar sobre sus causas. Respira, bebe, come, actúa y siente sano: los hospitales y centros de salud serán para ti meros edificios que sólo verás por fuera cuando pases ante ellos.

Luis-Domingo López

Vicepresidente de Horizonte Proyecto Hombre Marbella