Qué ocurriría si…

Aislados, sin posibilidad alguna de comunicarse

Artículo de nuestro Vicepresidente emitido por Onda Cero Marbella el pasado martes.

Soñemos por unos minutos para compensar el tedio de tanta noticia gris. Qué ocurriría si una serie de personas se quedaran quietecitas y sus correspondientes actividades suspendidas… sólo por un año. Fantasear está al alcance de todos y ensancha horizontes, de modo que, practiquemos la fantasía.

Imaginemos lo que ocurriría si el Parlamento europeo, sus lobbys, el Consejo, la Comisión, el Eurogrupo, el Ecofín y el Banco Central cerraran a cal y canto sus puertas y sus titulares se retiraran a una isla del Caribe a tomar el sol sin teléfonos móviles, ordenadores portátiles ni posibilidad alguna de legislar, contra legislar, recontra legislar y ordenarnos de qué modo tenemos que vestirnos cada mañana.

Acerquémonos un poco más. Otorguemos unas largas vacaciones a nuestros congresistas y senadores y a sus auxiliares, asesores, y junto a ellos a los miembros de los 19 parlamentos autonómicos y sus equipos. Dado que el número de islas lejanas es generoso, busquemos otra para todos los miembros del gobierno central hasta la categoría de subdirector general y de los, -otra vez-, 19 gobiernos autonómicos hasta la misma categoría. Por supuesto con los cientos de asesores a dedo y parientes hasta cuarto grado que pululan por pasillos y despachos.

Ofrezcamos otra isla con doradas playas a los presidentes de las cincuenta diputaciones provinciales y todos sus diputados y ayudantes, aquí hasta la categoría de jefes de servicio. En el mismo crucero de magnas dimensiones viajarían los ocho mil alcaldes junto a los miles de concejales que sólo se dediquen a la cosa pública. Dejemos en su sitio a los que se ganan la vida con otros trabajos.

Saltemos a la iniciativa privada: empecemos por las empresas del área TIC (tecnologías de la información y la comunicación). Que se queden sólo los de mantenimiento. El resto: ingenieros, diseñadores, analistas, programadores, pensadores en general, que emigren a algún paradisíaco lugar absolutamente incomunicado. Ni un solo cambio durante un año en los sistemas operativos de ordenadores, tabletas, teléfonos y resto de artilugios tecnológicos.   

Me quedan bastantes sectores pero poco tiempo. Así que elegiré uno y no al azar: arquitectos, aparejadores, delineantes y constructores de todo rango; de nuevo, que permanezcan en sus puestos los de mantenimiento. Ni una nueva ciudad de la cultura, auditorio, aeropuerto en pleno desierto, mega estación sin trenes, súper estadio… y, sobre todo, ¡ni una nueva rotonda durante un año!

En un cajón de sastre final, podríamos incluir a jueces estrella, presentadores y asiduos bien pagados de programas basura, contertulios incendiarios y llenos de odio, escribidores de la mentira y el sectarismo, líderes sindicales y patronales de cara dura y bolsillo blando, y aquellos mal llamados empresarios que sólo buscan el lucro inmediato a costa de la explotación infame del inocente.

Que descansen todos tranquilos. Cada mes les ingresaremos su sueldo, sus dietas, sus extras y sus mamandurrias en la cuenta corriente habitual, incluso en Suiza. Es simplemente una suspensión temporal de empleo no de sueldo. Lo cortés no quita lo valiente.

Y ahora, ¡soñemos!: un año sin nuevas leyes, decretos y ordenanzas absurdas, contradictorias e ininteligibles, sin exabruptos entre iguales pero de distinto color político, sin nuevas exigencias burocráticas y ventanillas de suplicio sádico, sin cambios en nuestros aparatillos domésticos, sin ver surgir como hongos edificios horrendos, megalómanos e inservibles, sin tener que dar vueltas mareantes a rotondas inútiles, sin sentir náuseas ante la bazofia televisiva, sin aguantar bramidos de patanes y zafios, sin sentir el pisotón en la cabeza del prepotente de pacotilla. Un año para leer, pasear, nadar o subir a la montaña, conversar, amar, investigar, aprender, disfrutar de la amistad, un año viviendo en el paraíso, incluso poniéndonos de acuerdo sobre el nuevo modelo social. ¿No vale la pena seguir pagándoles si al menos nos dejen vivir tranquilos?