Y yo con estos pelos

El jovencito Mark Zuckerberg, creador y dueño de Facebook, el Rockefeller del siglo XXI
El jovencito Mark Zuckerberg, creador y dueño de Facebook, el Rockefeller del siglo XXI

Reflexión de nuestro vicepreisdente que se emite hoy por Onda Cero Marbella.

No sé qué hacemos aquí mirando al sol tan campantes como si a cinco horas de AVE no estuviera ocurriendo algo que cambiará el mundo. Desde el lunes pasado y hasta mañana jueves, todo lo que da de sí la semana blanca para gentes sin ambición como nosotros, se está celebrando en Barcelona, hoy española mañana quién sabe, el Movile World Congress; evento tan del siglo XXII no podía nombrarse en castellano: inglés o, en su defecto, catalán. Primeros datos: más de 75.000 asistentes de 200 países, un impacto económico en la ciudad de 350 millones de euros y la creación de 7.220 empleos temporales. Aplicando una sencilla división, con 800 congresos similares acabaríamos con el paro en España. Al menos por unos días. Báñez toma nota.

Qué más estamos sabiendo de este acontecimiento sin par: por el lado cutre, que ha servido para que un chulo de barrio ridiculice al representante de todos los españoles, nos guste o no, con el beneplácito y la risita de hiena del rey Arturo. El ciudadano Felipe de Borbón y Grecia tiene los mismos derechos y obligaciones que el resto pero al heredero de la Corona Española en representación del Jefe del Estado se le debe un respeto porque en ese acto nos simboliza a todos, incluso, por el momento, a los que quieren dejar de ser españoles. Pero en esta vergonzante, que no vergonzosa, España, hace tiempo que hemos confundido no sólo la velocidad con el tocino sino claramente el culo con las témporas.

Aunque no es sólo esto lo que me llama la atención del congreso de marras. Lo que me levanta ampollas purulentas es que seguimos avanzando a toda marcha hacia la dualidad social que he comentado en más de una ocasión. Mientras ya tenemos al alcance de bolsillos no necesariamente abultados toda una panoplia de avances tecnológicos de tamaño microscópico que nos identifican por la voz, la cara o las huellas digitales, nos avisan de cuándo hemos de ir al servicio o felicitar al cónyuge, nos guían por lugares reales e imaginarios, nos muestren las galaxias a tamaño real, nos masturban a discreción, pagan las compras y los impuestos, nos encuentran amigos, en fin, nos permiten vivir 100 intensos años sin movernos del sofá… mientras todo eso ya está a la venta:

Cada día disponemos de menos espacios donde aparcar, hemos de esperar meses o años para operarnos de una uña o hacernos una radiografía, somos contagiados en los atestados pasillos de los hospitales de enfermedades que no padecíamos al llegar, se nos hunden los techos de las escuelas, no se reparan los baches, se cierran líneas férreas, se desatiende a las personas y familias dependientes, se impide a los vagabundos hasta dormir en los bancos de los parques, se congelan pensiones y prestaciones básicas… ¡hasta se desprenden las losas del arco de entrada a Marbella! Otro mundo es posible, sí, pero no sé si lo estamos construyendo en la dirección correcta.