Nuestra visión de la ultima encuesta sobre drogas

El cerebro es el órgano diana de todas las drogas

Se están publicando estos días los resultados de la última encuesta efectuada por el Plan Nacional sobre Drogas. Curiosamente el estudio aún no está disponible en la Web oficial correspondiente. Tampoco se dice que ha habido un salto de dos años en la serie bienal. En realidad, desde nuestro punto de vista, tampoco es muy relevante. Se da mucha importancia a cifras y porcentajes que ocultan la realidad de fondo: el problema del consumo de drogas no sólo no se soluciona sino que ni siquiera se atenúa.
Se han destacado en los titulares de estos días un descenso en el consumo de cocaína y un aumento en el de los psicofármacos. Lógico en una situación de dificultades económicas: las drogas ilegales tienen un coste aunque haya disminuido y las despachadas en las farmacias se obtienen de forma casi gratuita.
Para no entrar en el estéril detalle de porcentajes de cambio que apenas significan nada, -no olvidemos que los datos se obtienen de encuestas directas en las que las respuestas a pregundas comprometidas tienen menor fiabilidad-,

[box] subrayemos que seguimos teniendo dos problemas de enorme gravedad, a nuestro juicio: 1) La información, cada día más amplia, fiable y extendida, no está sirviendo para evitar el daño. Y 2) Sigue bajando la edad de comienzo en el consumo esporádico o habitual de sustancias muy dañinas: alcohol, tabaco y drogas ilegales. El segundo es consecuencia del primero. Los jóvenes no responden a las campañas informativas.[/box]
¿A qué nos compromete esta información a quienes trabajamos en prevención y rehabilitación de drogodependencias y otras adicciones? A asumir nuestra pequeñez y al mismo tiempo nuestra grandeza.
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A seguir trabajando en prevención, con las familias, los centros escolares y los barrios, y a ofrecer un tratamiento con un alto grado de eficacia relativa cuando el mal se ha producido.

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Las consecuencias del uso de drogas ilegales tiene el mismo grado de culpa que la diabetes o las enfermedades cardiovasculares por falta de ejercicio físico o la obseidad por exceso de grasas saturadas y bollería industrial. Todos hemos de afrontar las consecuencias de nuestras decisiones. Para algo somos libres.