Otro domingo solo para héroes

El viento racheado hacía imprevisible su origen

Si nada ocurre por casualidad es difícil entender, en ocasiones, las razones del tiempo meteorológico. Tras una semana primaveral, el domingo de Rastrillo se levantó con todas las iras a flor de piel. Un viento malintencionado, imprevisible, veleidoso y frío dió la bienvenida a los primeros responsables del Rastrillo de Horizonte. Hasta tal punto era difícil comenzar el montaje que hubo momentos de zozobra y duda sobre si era prudente seguir adelante con el plan. Confiados como somos, contra las previsiones del popular Murphi, en que todo puede ir a mejor, decidimos que no había razones para dar marcha atrás a un montaje tan complejo como un Mercadillo al aire libre.

Las ramas caían sin piedad sobre los viandantes y voluntarias

No fue necesario llamar a ninguna de las Voluntarias citadas para confirmarles que el Rastrillo se haría. Envueltas en abrigos, impermeables y bufandas de todos los colores, fueron apareciendo con la cara paralizada por la gélida mañana y los pelos a su aire, nunca mejor dicho. Los manteles volaban, las ropas volaban, los papeles volaban, las hojas y las ramas que caían a su antojo desde los árboles volaban. Que sepamos ninguno de los asistentes vió cumplido su sueño de volar.

Los empleados de limpieza no daban abasto a recoger ramas y hojas

La concurrencia de compradores se resentía, como era lógico, pero a medida que avanzaba la mañana y el sol ascendía por encima de las copas arbóreas y los edificios, los paseos alfombrados del color pardo y el sonoro crujir de hojas secas se fueron llenando de intrépidos buscadores de gangas. Hubo que improvisar la comida del Voluntariado porque los amigos de Arama, madrugadores como suelen, vieron que era imposible mantener el fuego del gas para preparar la gran paella. Decidieron que no podrían hacer venta pero sí nos aseguraron que harían la comida en su sede para nuestras altruistas heroínas y la traerían en furgonetas, y así lo hicieron. Gracias Arama, la intendencia es imprescindible.

Pasear entre los puestos era casi una aventura

La campanilla que avisa a quienes atienden a los compradores cada vez que se llega a mil euros de caja tardó en sonar. Habían pasado las 12 cuando dibujó las primeras sonrisas satisfechas tras los puestos. No más de tres veces repitió su tintineo a lo largo del día porque sólo al recontar la calderilla supimos que habíamos alcanzado los cinco mil euros de recuadación bruta que descontados los costes directos apenas permitirán ingresar en cuenta 4.600 euros. ¿Y tanto esfuerzo para esto? Sí, tanto esfuerzo para esto y para menos si esto no hubiera caido. Cuando las ventas dan alegría el cansancio es alentador, cuando las ventas se hacen desear el cansancio tiene sólo una compensación: saber que una vez más podemos decir, ¡deber cumplido!

[box] Gracias, más que nunca, Voluntarias, por vuestro esfuerzo, vuestro cansancio, y vuestra entrega. [/box]
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En Horizonte nunca tiramos la toalla.

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