Una cueva y tres mujeres
Lo llamamos la cueva pero bien podríamos llamarlo la mina: oscura, polvorienta, con goteras cuando llueve y en ocasiones también cuando no, con estalactitas y estalagmitas… Es el almacén en el que se recibe, se limpia, se clasifica, se ordena y se da salida a toda la ropa y objetos de todo tipo que nos donan para nuestros rastrillos y tienda. Entran a borbotones como cascadas incontrolables y tras un laborioso proceso salen ordenadamente, bien para su venta en la propia tienda, bien para los rastrillos. También podríamos llamarlo la trastienda porque está justo detrás de esta pero cueva o mina son nombres más descriptivos.
En el afán de superación de nuestra Asociación, no en vano llevamos más de 35 años ayudando a los más vulnerables desde niños hasta adultos, al comenzar este curso hemos querido dar un paso más en este caos de bolsas con ropa, zapatos, juguetes y trastos inimaginables sacando espacio de donde no hay para montar una sala de higienización: lavado, planchado y plegado para que nuestros solidarios compradores acumulen más razones para serlo.
Esta mejora supone obra y la obra, obreros yendo y viniendo, haciendo ruidos infernales, llenándolo todo de material nuevo o para tirar, y polvo, polvo, mucho polvo. Y ello sin cerrar la tienda ni dejar de recibir, clasificar, reciclar, limpiar, ordenar. Un batallón de infantería no tendría tiempo para ociar si se encargara de ello a plena dedicación, por eso aquí hemos necesitado a la armada invencible: tres mujeres, tres; ellas se lo guisan y ellas se lo comen, sobre el todo el polvo. Sin más remuneración, que no es poca, que satisfacer su conciencia de servicio a los demás.
Por eso hoy queremos reconocer a través de esta ventana abierta de Horizonte el trabajo, el penosísimo trabajo, de María Eugenia, Ana y Milagros. Sangre, sudor y lágrimas. Y polvo, mucho polvo. El que un solo niño pueda evitar caer en la trampa equivocada o que un adulto y su familia abandonen el infierno es lo único que da sentido a lo que estas tres mujeres hacen en la cueva, en la mina. ¡Gracias héroes! (Aquí por prevención nunca usamos este término en femenino).
Salvador Alvarez
6 noviembre 2018 @ 11:36
Increíble trabajo el de estas tres mujeres . Mi más sincera enhorabuena
Curra García
6 noviembre 2018 @ 11:38
Es encomiable el esfuerzo, sobre todo en un trabajo tan sucio como ese y convencida que, alguna de esas tres mujeres, paga porque se lo hagan en su propia casa. Todo mi reconocimiento por la gran aportación y seguro que ese nuevo espacio de higienización contribuirá a que suban las ventas de la tienda y los mercadillos.
Gracias por aportar cada día nuevos proyectos con los que mejorar la vida de muchas familias!!
Inma Lafuente Gimenez
6 noviembre 2018 @ 15:23
Gracias a las tres por esta gran labor.
Mi agradecimiento y admiración.
José Rodríguez
6 noviembre 2018 @ 18:42
Me uno al reconocimiento a la abnegada, callada y poco reconocida labor que desarrollan. Gracias valientes.
Maria Pilar Marin`Sesma
7 noviembre 2018 @ 18:26
Magnifica labor la que desarrollan estas admirables voluntarias